Música para volar

1/2/09







Te quitaré las alas innatas que gozas y sucumbiré en la oquedad de tu pulso. Caerá la noche y no podrás herirme sin armas. Tu sangre es espesa y brillante pero no la necesitas. No. ¿Para qué? Me tienes a mí, ¿recuerdas? Eso bastará para sobrevivir en penurias fustigando mis ruegos, recabando fútilmente aquí y allá. Nadie saldrá endeble. -Me debes un par de alas y unos cuantos litros de sangre-. Me dices. Pero ya no te oigo, porque hasta tu médula me pertenece. Olvida esa cefalea y envuélveme en tu capullo y no refutes la bifurcación que se aproxima. Eres mío y tendré que dejarte, herido como llegaste. No sin antes purgarme.