Música para volar

28/1/09











No
menciones
la palabra
claustrofobia,
pues soy débil.
Comparte
estas horas
con mis pieles
erizadas
que el dolor
pronto morirá
en la sed de
auxiliarte de
mis pieles
erizadas.
El dolor
pronto morirá
junto a mis pieles
erizadas.

24/1/09







Así
quiero desgranarme.
Así
quiero desangrarme.
¿Por qué he dejado la ceremonia inconclusa?
Así
quiero despellejarme.
Hundirme
en el silencio tornasolado
del crepúsculo en llamas.
Es tan ambiguo ser,
tan inerte estar.
Así
déjame devorarme
déjame flaquear el alba
como un espectro.
¿Es humana la soberanía corporal?
Así
de rodillas,
la sed de indulgencia.
Así
inescrutable
inestable
indecorosa.
¿He de ofuscar lo consabido?


Emanar del hueso el efluvio más cruento..

21/1/09




Como no logro escucharme
arranco mis tímpanos
encierro al futuro
en una caja
de fino cristal.

Como no puedo hablar
coso mis labios
en una ceremonia bizarra
de manchas coloradas
y gritos ahogados.

Como no puedo sentir
extraigo mis venas de a una
hago una trenza infinita
la rompo
y vuelvo a comenzar.

Como no puedo tocar
intuyo los huesos que quiebro
en una sucesión de estrépitos
cuelgo astillas minúsculas
y aguardo pasiva el final.

Como no puedo ser
escribo letra por letra
pronuncio sílaba por sílaba
transito circunstancia por circunstancia
queriendo creer que estoy
sin estar.

15/1/09


Sus ojos permanecieron inescrutables hasta la última mirada que pude echarle. Siempre supe que no sería fácil dejarlo, pero tuve la certeza de que lo entendería, tarde o temprano.
Aparté mi mirada de lo que aparentaba ser nuestra casa, desde dónde él me saludaba inquebrantable desde lo más cerca posible, pero no pude distinguirlo con claridad, debido a la lejanía. Inmediatamente suspiré tan hondo como pude y fingí una sonrisa, que pronto se esfumó, aunque no estoy segura de haberla transladado de mi cerebro a mis facciones, ahora tensas, reflejando un intenso dolor que no dejaba de oprimirme el pecho.
-Detesto las despedidas- le susurré al taxista, dándole una explicación jamás pedida.
-No todas las despedidas son definitivas-contestó intentando dárme una luz de esperanza, al notar mi mueca de angustia.
-Supongo- Me delimité a contestar,pues no valía la pena explicar todo a un taxista que probablemente no volvería a ver en mi vida. Pero en el fondo sabía que un encuentro posterior era la idea más estúpida que se le podría cruzar por la cabeza a alguien al tanto de la situación.
Durante el resto del viaje intenté autoconvencerme de que necesitaba hacer ésto más que nada en el mundo, porque las cosas se habían salido de control, y me obsesión innata había desatado la peor catástrofe que mi mente podía resistir. De hecho era justo lo que no haría, resistir.
Pagué el taxi y me deslizé por la puerta tan pronto como mis músculos me lo permitieron, algo entumecidos.
-Señora, está segura de que hemos llegado?- Preguntó el taxista asombrado ante mi peculiar destino: un acantilado desierto, que con el crepúsculo lucía casi lúgubre, pero de una belleza inconcebible.
-Si, alguien pasará a buscarme en breve- Mentí.
Luego de que el taxi estuvo lo suficientemente lejos me atreví a mirar el precipicio. Ésto me asustaba, sin embargo sabía que a eso habia venido, pues tenía que hacerlo.
Decidí escribir una carta, para quien la encontrase, no me importaba ya quién la recepcionara, simplemente quería que alguien pudiera entender (o al menos intentarlo).
"He pensado mucho, vaya que lo he hecho!, y este asunto ha sido cerrado. Muchas veces intenté explicarme, hacer que mi entorno entendiera las cosas que no pude manejar, pero no logré más que sesiones con psiquiatras y sedantes que sólo empeoraron las cosas. Tal vez algún día alguien pueda entenderme, y entonces, desde donde esté, estaré tan agradecida con él que quizás me den ganas de volver, aunque sea demasiado tarde. Pero me he esforzado tanto que el desgaste me impide seguir y finalmente voy a concederme hacer lo que me plazca.
A veces no basta con utopías para mantener viva la ilusión. Al menos no para mi."
Y sin pensarlo más lo hice.
Increíblemente el acantilado se veía mucho mas hermoso desde abajo, aunque apenas pude verlo.

11/1/09


Telón


¿Y cómo podrías notar que estoy quebrándome? ¿Cómo establecer un punto de fusión entre los hechos y mi carne? No puedes porque eres frágil. No puedes porque no puedo. Y no te permites poder. ¿Cómo saber si callada aguardo la muerte o el nacimiento? ¿Y si mi piel subyugara tus huesos en un mismo cuerpo? No puedes porque eres frágil. Te quiebras inerte en el lugar de la fusión ausente. Y la única espectadora sigilosa de esta escena soy yo, pero esta vez no intento quebrarme sinó asfixiarme.

10/1/09












Imposibilidad



La luz hace énfasis en revelar (me). Yo me resisto porque soy vulnerable, y porque me adapté a vivir entre las sombras de algo que quizás soy y aún no lo sé. Lo cierto es que me miro y me desconozco, he mutado tan ampliamente que represento una resurrección en vida. Me queman los huesos y mi piel es muda. No puedo hablar de lo que sé, porque nada sé. Y al mismo tiempo lo sé todo. pero tengo la imposibiolidad de transmitirlo porque no existe forma, porque el lenguaje es escaso y lo que busco plasmar nunca podrá ser plasmado ni por mí ni por nadie.
Ahora la luz me encandila y me niego a mirarla porque sé, sé que sabe de mí y no quiero aceptarlo. Porque ni yo sé de mi. Nadie sabe de mí. Y a la vez lo sé todo, pero no puedo plasmarlo.
Tengo los pies atados y la boca cocida con agujas tan puras como mi sangre antes de ser yo. Pero mi sangre ahora es intensa y tóxica y mi pureza ha sido corrompida por los brazos que me envuelven, los de un lenguaje lúgubre del que no puedo (ni quiero) liberarme.
No puedo hablar de lo que sé, porque nada sé.
Por eso es que callo y nadie entiende. Nadie entiende esta espera de la que siempre hablo. Quizás lo que espero es a mí misma, ¿pero cómo saberlo si nada sé?.
Es algo que no puedo explicar porque no tengo las herramientas para hacerlo, y además no puedo hablar de lo que sé, porque nada sé.





8/1/09


Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.

5/1/09

En la espera.

Esperar es algo que hacemos a menudo, muchas veces sin percatarnos de que lo estamos haciendo. Esta espera puede clasificarse en dos: la espera utópica y la espera próspera. La espera próspera concierne todo aquello que tiene una posibilidad real de llegar, ya sea concreto o abstracto, esto es, por ejemplo una persona (concreto) o un sentimiento como la felicidad (abstracto). En la mayoría de los casos (siendo optimista) el deseo en cuestión llega a tierra firme y la espera muta (porque es clave aclarar que la espera en sí nunca cesa). Una vez que lo que esperábamos llega, inmediatamente nos adueñamos de otra cosa que esperar (llámese ambición en su más puro estado). Y el círculo se repite incesante hasta el hartazgo (o la muerte).
El conflicto se presenta cuando aparece la espera utópica. En este caso sólo podemos hablar de cosas concretas, es decir, personas (aunque muchas veces cometemos el maniático error de reificar aquello que esperamos). Esta espera es en vano, ya que la persona en cuestión transita ciertas dificultades irremediables (particularmente la muerte). Esto lleva a una obsesión por parte del que espera capaz de subyugarlo hasta la desesperación e incluso la locura misma.


Complejidad execrante.

Escribir es mi arma y mi condena. No es verdad que escribir desahoga, mas bien esclaviza. Volcar los sentimientos en el papel no significa desligarse de ellos, sinó la posibilidad de plasmarlos en una hoja con el fin de transformarlos en cosas positivas. Entonces, en el papel cualquier maravilla es posible, y he aquí el problema, el gran problema de la gente que escribe (no es casualidad el gran número de escritores que mueren a causa de suicidios). Retomando lo antes dicho: en el papel todo el posible, pero en la realidad no. Nuestras fantasías nacen y mueren en el papel. Ojalá pudiera nacer y morir en un papel, pero para mí está la realidad, aquella que no puedo cambiar con una rotación de sustantivos o la adición de algunos adjetivos. La realidad es algo mucho más complejo que un complemento circunstancial o un modificador directo, incluso más que una oración bimembre. Y aquí es donde muere mi utopía (y la de muchos), en el papel.
La verdad es que no puedo nacer en el papel.
Pero si morir.


Desterrada.

¿Cesará alguna vez esta búsqueda inútil de un cuerpo donde depositar mi frenesí forjado?

4/1/09

"¿Qué otra cosa puedo hacer?"

Otro año ha transcurrido y mi verdad es que aquí sigo. Inmóvil aguardo aquello que espero y no llega, nunca llegó y sospecho nunca llegará. Inerte me resisto a que cese esta espera, porque sé que sin aquello que espero (que aún no sé qué es) no conservaría un solo instante más de vida.
Y es siempre eso, el mismo sillón vacío, la ventana seca de movimientos, esa pureza innata y repugnante que colapsa la habitación, y el alba anunciándome lo sabido, que no llegó, que hoy no es el día, y que seguramente nunca llegará.