Música para volar

28/1/10


No
nunca
la desesperación
desacelera.
Porque descansa en su silencio
la plaga que carcome
la palidez del segundo ínfimo.
Y con cada centímetro de piel
raída
consume la corona envejecida
de una reina sin sombras
sin color
sin verbo.

Yo
yo quiero descalza romper
un amanecer seco
un vacío animal
un espacio en blanco
cubierto de sangre
azul
como tu ojo
el único abierto.

Y no me importa tu cansancio
yo exijo un trote constante
una línea recta
un óvalo infinito
como cuando cae el sol
sobre tu espalda húmeda.

Y tampoco me importa
la corona carcomida
los días arrugados
retorcidos
yo busco la noche
la noche abierta y sombría
con esos pájaros negros
que beben nube tras nube en la inmensidad del pavor.

Pero el tiempo se escurre
se desliza entre nuestras pupilas dilatadas
porque eso es lo que mata
la escasez
la humedad
lo hondo del hueco inhabitable.
Tu pupila vacía tan amplia de ausencia
la mía se hunde entre tanta incertidumbre.
No puedo pensar en la noche.

23/1/10


Contorno que devora falaz la escena imperturbable, entre sombras. Pero no puedo. No puedo abarcar la escena en un abrazo inabarcable. No, porque soy minúscula e imprecisa. Soy atroz, además. Y me cuesta conjugar las palabras que quiero usar, lo que quiero decir es aire empolvado. No se ve. No se siente. Y cuando no se siente la palabra busca huir sin ser vista. Eso es lo que pasa acá: las palabras me huyen, me devoran. Y yo, no puedo abrazarlas, porque soy minúscula e imprecisa.
Y yo quería, quería un hogar para cada vocablo raído. Pero no no no no. No existe el hogar, no existe la concepción de un hogar. ¿Qué es un hogar? ¿Cuatro paredes? No, un hogar es una unidad sin tiempo ni espacio, ni temperatura ni presión. Es como la existencia misma, uno no la ve, pero la siente.
Sin embargo yo no siento mis palabras. Ni ellas a mi.

19/1/10

Como si


Morder - te - me - nos.
Piel arrancada,
palpable y vacía.

Como tal
como él
como si
tal vez.

Pero no,
no - morder -.
Generalmente le escapa el suspiro al impacto
al derrame
a la visualización espontánea.
Por eso morder - te - me - nos
significa fusión intangible.

18/1/10

Inexplicable


Casi
en la finitud de aquel espejo
creí ver.
Tengo los ojos mordidos
desgarrados inertes
por algún recuerdo roto
sin color.

No
no sabés qué es lo que mis labios retuercen
no son los días
no la espera.
Vos sabés.
Morder
es mi costumbre.
Desgarrar,
tu transgresión.

13/1/10

A una muñeca, la más cruenta.


Miedo de estrangularte dormida en penumbras
de destrozar cada una de tus carnes fragmentadas
de desmenuzarte hasta el hastío
sumida en la furia mas salvaje
como tu rostro
enfermo de náuseas
entre las sombras.

Miedo de esperarte conciente
en la nube de polvo
para que me arrojes desangrada
al más oscuro olvido.

Miedo de mentirte desnuda
contra la pared tajante
que separa tu sonrisa
de la crueldad de tus ojos
estáticos
sombríos.

Miedo de vos, de todo lo que bordeás
con el filo de tu pelo metálico,
del susurro que descenlaza
la corona invisible que te ata a mis manos.

Miedo de mi, de mis dedos furiosos
que insisten en desfigurarte,
dejarte seca
como carne mordida
en lo hondo del hueso.

12/1/10

Casi al amanecer


No el grito
el desarraigo
la maniática sensación de esparcimiento.
Quizás la brisa apresurada,
la carne mordida
en lo hondo de hueso.
Quizás el espasmo
infértil
estático.
Del más allá la vida
del más acá las flores
en canastas raídas
desparramadas en lo azul de la noche.

Caos interno


Estaba cansada de ese apretujón en el estómago cada vez que intentaba respirar. Estaba cansada de mirar al sol con gesto inocente esperando que algo cayera desprevenido en mi cuero cabelludo. No podía seguir con ese nudo estrujándome la garganta cada vez que intentaba formular palabra, sonido, suspiro.
Me trastornaba el solo hecho de pensar en el malestar creciente, en la náusea, me ahogaba. Me enredaba en mi propio nudo de nervios albergado en la desesperación, en la tráquea, en el flujo sanguíneo.
Lo único que rogaba al cielo era la bifurcación de mis angustias, algo que abriese un espacio intermedio que dejara atravesar el oxígeno, mi voz quebrada. Sólo esperaba algún impacto furioso, un resoplido animal, algo que desintegrara la solidificación que desacansaba inerte en mi más hondo recoveco.
Además sentía la sangre fluir desesperada, como huyendo de un batallón de animales desaforados, o de algún huracán irreversible. Y yo realmente quería parar. Terminar de una vez con todo el proceso descontrolado de fragilidad e incertidumbre. Pero no podía. No podía siquiera respirar, no podía. No pude. No puedo.

10/1/10

Eternidad


Si, cuando mis brazos se inserten en el día, luminoso y abstracto, podré palpar lo intangible, lo que perece a cada instante.
Porque solo abrazando la insistencia se puede sentir el ardor, la incertidumbre aplacada. Eso yo quería, el alba. El alba rosada cortajeada en la inmensidad del aire por un avión. El alba naciente cuyo sabor me recuerda a las tardes de domingo observando el ir y venir de las palomas inquietas.
Quería tragarme al alba de un bocado, masticarlo como si fuese carne de mi carne. Quería abrazarla como si fuese un objeto fácil de describir, como algo concreto y visible, algo atrapable.
Hoy sé que soy mortal. Que mis brazos son cortos, que no alcanzan a abrazarlo, a rodearlo inerte. También sé que mis pies no pueden despegarse del suelo, que es un impedimento de la vida misma en mi condición de mortal. Y que mis dientes no pueden razgar algo tan imnenso.
No me complace esta manera de sentirme. Esta condición impuesta por la naturaleza o alguna fuerza que soy incapaz de nombrar. No quiero sentirme mortal para siempre. No quiero esta incapacidad irreversible para siempre.
¿Qué quiere decir "para siempre"?

8/1/10

Cuerpo


Dentro del óvalo infinito que encierra tu cadera, plasmado un suspiro de aguas verde-azul. También en la cornisa de tus pestañas un punto invisible se suicida cada segundo, invertebrado.
Pero no es eso lo que me llama la atención, sinó más bien la dulzura de cada uno de tus movimientos aletargados, sutiles como el rocío del amanecer, inmensos como el paladar. Y dentro de cada poro de la piel, miles de átomos que naufragan y se enlazan en matrimonio, adheridos como si un abrojo inexistente anudase sus pieles pequeñísimas.
Quisiera encontrar entonces, el punto exacto donde coexisten las grandes y pequeñas cosas que fundidas le dan forma a los cuerpos, en la noche.
Es que la noche es mi morada, mi enamorada.
Y tu cuerpo la melodía que encarna la noche en cada movimiento lento que arrastra todo mi ser.


6/1/10

Angustia


Tu piel incrustada era un manojo de angustias, de esas que yo no puedo palpar por el simple hecho de tener la piel incrustada en los huesos, en la asfixia.
Y a su vez, es eso lo que me asfixia: la piel incrustada, las manos pálidas, la cara deshecha.
Hubiese querido que estés acá, sabés? Hoy, después de tanto tiempo. Pero sé que hoy ni siquiera tenés piel. Ni siquiera tenés huesos. Lo único que tenés es un manojo de angustias como el mío, incrustado en el centro de la nada. Porque eso es lo que sos: nada. Y eso es lo que me asfixia, tu ausencia.
Y es raro, sabés? Es raro que la ausencia misma te estrangule la garganta. Que no deje atravesar ni un minúsculo suspiro.
Lo tengo encarnado en los ojos, sabés? Tengo la nada incrustada en los ojos. Estoy tan empapada de nada que me desconozco, me disloco de mi eje. Tengo una nada que me inunda y no puedo palparla (te). Y me fastidia, sabés? Porque hoy no necesito tu nada al lado mío, necesito tus huesos, tus manos pálidas, tu sonrisa dibujada.
Me da escalofríos cada vez que pienso, que intento desanudarme la garganta. Y termino desnuda naufragando en este abismo, sin poder rozarte.
Y a veces necesito de tu contorno, de tu envase descartable, ese que vestía camisas floreadas o un lindo rouge. Y necesito poder rodearte con los brazos, así, con los ruleros puestos, tan linda.
Y acá es cuando cae la primer lágrima. La que de a poco se va a hacer enorme y va a inundar mi piel incrustada, la garganta anudada como el cordón de mi zapatillas.
Entonces no sé por qué estoy acá, trémula, intentando recordar tu contorno con lujo de detalles, si después de todo, lo que necesito no tiene forma, ni huesos, ni piel incrustada, hoy.
Es que hoy, quisiera dejar de respirar entrecortado cada vez que te pienso, sabés? Quisiera que todas esas palabras que me sé de memoria empezaran a sonar a mis espaldas, que te rías con furia, que me hagas un té.
Quisiera dejar de guardar en la garganta tu figura. Que desaparezca de ahí, que deje de ahogarme, por favor.
Sabés? Lo que quiero para hoy es la piel incrustada, las manos pálidas, la cara deshecha, la sonrisa dibujada. Y soplar bien fuerte la nada que me ahoga. Y reposar inerte unos cuantos segundos en posición fetal mientras escucho una y otra vez todas esas palabras que me sé de memoria.

2/1/10

A la luz del sol


A la luz del sol, las únicas huellas que podrían ser borradas se hunden en lo más hondo haciéndose presente en cada movimiento.
Esconder bajo la alfombra es como ignorar un pedazo de carne del cuerpo mutilado que arrastramos al existir.
No funciona.
A la luz del sol los únicos trozos vivos de un recuerdo casi olvidado resplandecen incansablemente.
Es que únicamente en la sombra se opacan las cosas vivas. Y opacar no es desaparecer.
Yo prefiero la luz del sol, y coexistir con cada segundo vívido, estático en algún rincón de la memoria.
Hay que aprender a convivir.