¿Qué era el tiempo cuando no había tiempo? ¿Quién era el tiempo en un tiempo sin tiempo?
He aquí un día, cuando el árbol no tenía sombra porque no era árbol y el pájaro no tenía canto porque no era pájaro, alguien (si es que se puede hablar de algo más que de ausencias) se planteó lo siguiente: ésto, este vacío exhuberante y atestado de presencias que aguardan su nacimiento en algún umbral del Universo (o lo que ésto sea), está estático y suspendido en la penumbra de algo que no es, pero que podría llegar a ser. Y me cansé de esperar (mentira, no puedo hablar de esperar porque aún no existe la noción de tiempo, pero tampoco yo existo y sin embargo hablo, aquí, ahora, hablo y repito sin ser y sin saber qué es el tiempo ni dónde se encuentra). Y ésto no puede seguir así, tenue y desprovisto de todo adorno (más aún, desprovisto de TODO, sin siquiera rozar el extremo detallista de un adorno). Algo tiene que cambiar. Pero para que algo cambie debe existir primordialmente ALGO.
Entonces explotó un vacío cuántico en un remolino de plasma brillante, protones, neutrones, y materia y antimateria que se aniquilaba mutuamente. Ésto culminó enfriándose y abriendo paso a un todo al que se alude cuando se habla de un espacio físico en donde morar.
Ahora puedo hablar de tiempo, a pesar de que aún no sé si se puede hablar entre tanta ausencia que muere y reencarna progresivamente. Pero sí sé que existe el tiempo, y esa es mi única verdad. Y lo sé porque ahora el árbol se retuerce en su sombra intentando arrancarse la piel, o en su defecto, las hojas. Y tal vez lo haga porque es otoño, y en otoño las cosas suelen morir. Lo sé porque el pájaro, cuando por fin pudo cantar se quedó mudo, y por consiguiente se suicidó arrojándose desde la rama más alta del árbol, si, del mismo árbol que cuando por fin halló su sombra quizo estrangularla. O tal vez, ahora que lo pienso quizás lo mató el árbol confundiéndolo con una de sus hojas. Ultimamente hasta la naturaleza se aniquila. Qué sé yo, debe ser porque es otoño, y en otoño las cosas suelen morir.