Música para volar

26/7/09






De un verde tan intenso que arqueaba mis ojos.
De una plenitud tan extrema que me helaba la sangre.
De una belleza tan pura que me sentí profana.
De una intensidad tan abrumante que intenté suspirar y fue en vano.
Y el aire se condensó tenaz e inquieto, en una lucha por vencer el estupor y la náusea entre tanta belleza colapsada.

15/7/09


¡Y pensar que extrañabamos el frío! Supongo que nos desacostumbramos a desacostumbrarnos, y caimos en la utopia de creer que nada tenía razones para cambiar. ¿Pero acaso alguna vez necesitamos aferrarnos a una razón lógica? ¿Por qué las hojas caen de las ramas, amarillentas y entregadas al viento como si éste las acunase de la manera mas calida y maternal que la naturaleza pueda ofrecer? ¿Y por qué el árbol parece que disfrutase de quedarse pelado, totalmente expuesto a un viento no tan amable, sino mas bien cruel? ¿Por qué la naturaleza decide que las hojas se mueran, se destruyan lenta y minuciosamente con el correr de los 90 días otoñales? ¿Por qué? El otoño es un asesino. Pero no, no es su culpa, pobre otoño! Apuesto a que él sufre también. Despues de todo él es el que pierde, el que se consume a sí mismo. Es culpa de la naturaleza, si, plena y agonizante culpa. No entiendo, sinceramente no entiendo esa filosofía de morir y renacer de las cenizas. La verdad es que no puedo imaginármelo. Esa necesidad incesante de renovacion, de cambio. Si, de CAMBIO. No es necesario, es decir, ¿para qué? Las hojas en primavera vuelven a nacer, así como en otoño mueren, mueren y nacen, mueren y nacen. No, no entiendo ese circulo inútil de recambio de ser. Un ser debería tener el poder de decidir sobre sí mismo. Porque al final de cuentas todos somos unos subordinados a la voluntad de algo que ni siquiera sabemos (ni podemos) nombrar. Es de lo mas injusto. Quiero decir, desde los principios existenciales que este estar implica desigualdad, desigualdad en la posibilidad de manejo, de control. Si ni siquiera existe un control del ser en sí mismo, ¿como acaso pretenden controlar aquello que los expulsó al mundo? ¿Cómo decidir sobre algo que desde el primer milisegundo de la existencia es el encargado de decidir por sobre todas las cosas universales? No existe un pleno control de nada en este mundo, en este universo, en esta via láctea, en esta existencia, porque desde el momento de la creación, alguien está decidiendo por nosotros, seres vivos, y nosotros estamos subordinados inexorablemente a aquello.