Música para volar

8/8/09

Juana


Juana enmudeció de tanto cantar. Dicen que sus cuerdas vocales estallaron. No lo dudo, fue fruto de toda su fuerza, de todo el empeño desparramado en cada nota. Quizás enmudeció para esquivar todas las palabras huecas que hubiesen aflorado de sí misma al encontrarse repentinamente allí, Juana y su vida. Pero lo dudo, porque Juana siempre fue imponente y grandiosa, como el crepúsculo púrpura que parece nacer de las entrañas mismas de un volcán en erupción, mas aún, del centro mismo de la tierra, tan insoportablemente feroz como la luz del sol clavada en las pupilas en un amanecer estibal.
Si, Juana era un volcán. Y como tal, estalló.
Sin embargo Juana supo hablar como nadie. Si, porque Juana era así de impertinente. Cuando Juana habla todos callan, eso es ley. Algunos dicen que era ciega, o tal vez sorda, pero yo creo que solo fue una soñadora más, que al fin y al cabo lograron callar.
Juana fue gloria y pecado.
Juana fue grito y potencial.
Juana fue.



(Consigna taller literario: escribir un texto basado en un nombre que nos sugiera algo, con la condición de no conocer a nadie que porte tal nombre)

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