
El tiempo como mancha en la pared desgastada. El tiempo como el más fino cristal. El tiempo como vacío inalcanzable que naufraga en medio de la náusea. No quiero ser tiempo. Pero el tiempo todo lo abarca, todo lo consume, todo lo desintegra, detenidamente y con una precisión que sólo él es capaz de ejercer, es el tiempo.
Y no es que odie cómo se ve en la estantería, reposando inerte. Lo que odio es poder verlo pero nunca, nunca jamás lograr alcanzarlo. Es algo intangible que corrompe mi existencia y la transforma en algo, en algo que circula en espiral, hacia el encuentro de nada, hacia el encuentro de sí mismo, es decir de todo.
Y esta desintegración, no es cuestión de delirio. Es cuestión de lógica. Es el tiempo retorcido y plegado una y mil veces mas.
Este vomitar de movimientos y palabras y abandonos falaces, es cuestión de un tiempo que jamás cesa, que jamás estará dispuesto a dejar de circundar en lo hondo, en lo inhabitable, así como en lo intocable, en el todo al que aludo cuando quiero decir existencia, cuando quiero decir más allá del mas allá.
Es cuestión de lógica. De lograr concebir una realidad plegada y estrujada como ésta, como lo que es: tiempo. Nada más que tiempo.
(Tiempo que se esfumó entre un cielo azul que finge abrazarme y un sol que de tanto hablar en silencio solicitó un hilo de paz).
1 comentario:
Hoy pensaba en esto! Me gusto mucho este texto reloko
Publicar un comentario