No es verdad que no hay. Nunca es verdad que haber sea un requisito para la existencia porque vivimos de carencias. Y es la carencia misma la escencia de un haber, de un haber inmediato y efímero que de haber no tiene nada. Nada de realidad en el haber encontrado un haber que hay, que carece porque es y es porque carece. Como si todo fuese carecer o riqueza o inestabilidad entre una cosa y otra que no logran consecuencia porque no son, porque carecen. Y como si carecer no fuese suficiente cuando el haber es real, tangible, el carecer lo arrebata en un soplido vociferador que nada deja mas que carencias. Por eso digo que haber es igual que carecer, que carecer no implica despojo ni apego ni existencia ni nada. Y haber no significa congratular algo por el simple hecho de no-carencia, sinó de posibilidad, sinó de concebir las cosas sin un propósito de fuga irreversible como la carencia o el haber como verbo efervescente.
Yo quisiera una concepción de las cosas que no implicase anulación, ni denominación absurda, porque hay tanto que existe y no se puede nombrar que siento que carencia y haber pueden coexistir como si no supusiesen una contradicción irritable.
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