
Cuando estas palabras se desvanzcan en un torrente apresurado de colisiones verborrágicas y nauseabundas; cuando oración tras oración no logre encontrar su razón de ser, estar, parecer, semejar; cuando los vocablos se autoflagelen sumisos a la espera de algo que nunca llega ni nunca llegará; cuando letra por letra se desfigure y asesine sin piedad alguna; o cuando fragmento por fragmento se aniquile como materia y anti-materia en aquellos tiempos primitivos; así, y solo en ese entonces, voy a dejar de hablar.
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