
En el lugar de la fusión encontraré solo vestigios, solo la luz, solo la espera.
En el centro del centro del umbral, escaparé somnolienta y audaz.
En la penumbra inmóvil que se ha asentado en mi alma, arrancaré las sombras, para adueñarme completamente de las formas.
Y cantaré.
Cantaré, no porque unas manos finalmente me abracen, sinó porque habré aceptado que el futuro está bajo mi supremacía. Que la primavera se extiende alrededor mío (esto es, sin rozarme), y porque la noche reinará sobre todas las cosas. Entonces habré logrado mi cometido.
Siendo reina de la noche, me despediré sonriente, y al llegar el alba dormiré, será perpetuo.
Y la reina de la noche morirá.
Pero morirá feliz.
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