
A la luz del sol, las únicas huellas que podrían ser borradas se hunden en lo más hondo haciéndose presente en cada movimiento.
Esconder bajo la alfombra es como ignorar un pedazo de carne del cuerpo mutilado que arrastramos al existir.
No funciona.
A la luz del sol los únicos trozos vivos de un recuerdo casi olvidado resplandecen incansablemente.
Es que únicamente en la sombra se opacan las cosas vivas. Y opacar no es desaparecer.
Yo prefiero la luz del sol, y coexistir con cada segundo vívido, estático en algún rincón de la memoria.
Hay que aprender a convivir.
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