Música para volar

28/1/10


No
nunca
la desesperación
desacelera.
Porque descansa en su silencio
la plaga que carcome
la palidez del segundo ínfimo.
Y con cada centímetro de piel
raída
consume la corona envejecida
de una reina sin sombras
sin color
sin verbo.

Yo
yo quiero descalza romper
un amanecer seco
un vacío animal
un espacio en blanco
cubierto de sangre
azul
como tu ojo
el único abierto.

Y no me importa tu cansancio
yo exijo un trote constante
una línea recta
un óvalo infinito
como cuando cae el sol
sobre tu espalda húmeda.

Y tampoco me importa
la corona carcomida
los días arrugados
retorcidos
yo busco la noche
la noche abierta y sombría
con esos pájaros negros
que beben nube tras nube en la inmensidad del pavor.

Pero el tiempo se escurre
se desliza entre nuestras pupilas dilatadas
porque eso es lo que mata
la escasez
la humedad
lo hondo del hueco inhabitable.
Tu pupila vacía tan amplia de ausencia
la mía se hunde entre tanta incertidumbre.
No puedo pensar en la noche.

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